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Los ojos del pasado por Corrado Gabriela se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

lunes, 23 de junio de 2014

Emi, el cortesano

Hoy a la mañana cuando estaba llegando al trabajo  me cruce de lejos con Emi. Qué cambiado se ve!  Ya me había comentado Luz que ese muchacho había crecido tanto que era casi imposible mirarlo a los ojos.  Me quede pensando en sus palabras  y en mi experiencia personal con él.
Yo siento mucho aprecio y  agradecimiento  por Emi. Pero recordando algunas de sus frases, quizá Luz tenga razón.  En cierta oportunidad me dijo que, accedía a hablar conmigo porque yo le caía simpática. En ese momento me dio un poco de alegría. Después me dejo pensando, si alguna vez dejara de caerle bien aunque tuviera toda la libertad o el derecho de hablarle, no iba a poder concretar el encuentro.
Es cierto que Emi es muy hábil. Gano merecidos premios, aunque a veces sucede que los éxitos profesionales opacan la esfera personal.  

Yo hubiera esperado que me llamara cuando fallecieron mis padres. Entonces supuse que debía estar muy ocupado.  Lo cierto es que al poco tiempo de ese triste momento conversamos de otras cosas y sus palabras me deslumbraron. Fue entonces cuando me dijo que yo estaba un poco paranoica. Qué raro me sonaron esas palabras. No obstante, sus frases si bien me asombraron, las sople hacia otro lado, por inoportunas. Mi psicóloga sabía perfectamente lo que me sucedía, y él no lo era.

Desconozco cuando Emi hizo el cambio. Yo creo que es un buen tipo que a veces dice algunas frases   desafortunadas y que no escucha todas las voces.  Cuando lo conocí y charlamos me cayó bien.


A fines del año 2008 en Argentina se vivían tiempos inciertos. Entonces pensé en buscar otros rumbos.  Fue cuando Emi me mando a llamar para conversar y me pidió que me quede. Hay que estar con los amigos en las buenas rachas y en las malas. Supuse que, si me quedaba en su barco sin destino claro, el gesto iba a ser recompensado; tanto sea si llegábamos a buen puerto, lo que sucedió, como si fracasábamos. Lo importante era el apoyo, el remar, el no abandonar el viaje aún teniendo en tierra opciones más seguras. Yo soy una persona que tiene y cree en la palabra.

El tiempo pasó muy rápido. Algunos tuvieron mejor suerte que otros. En mi caso personal yo tuve muchos contratiempos personales. Pero siempre tuve fuerzas para darle hacia adelante, no caer y no dejar a nadie a mitad de camino. Honre mis compromisos lo mejor que pude.
Para entonces,  año 2011, Emi se había convertido en un hombre exitoso. El 2008 había quedado en el anecdotario y en olvido. Los más cercanos a él tuvieron su mismo golpe de suerte. Y bueno, Luz tenía razón,  a veces no hay que ser tan crédulo. Uno debería aprovechar los golpes de suerte sin pensarlo dos veces, porque nunca se sabe si se vuelven a dar.


Es claro que Emi pasa un buen momento. Y aunque me hubiera gustado que no pronunciara las palabras inoportunas que supo decirme, aunque me hubiera gustado que me saludara como corresponde cuando fue la muerte de mis padres, aunque me hubiera gustado que tuviese un reconocimiento hacia mí,  creo que es un buen hombre.

Pienso que todos los que están un poco más arriba que el resto de los mortales, les debe  costar distinguir en la multitud a  las personas en  sus más finos detalles,  sus miradas y gestos. Quizá Emi no  se olvidó  de Luz  y de mí,  sino que estaba muy ocupado para buscarnos. Quizá, él crea que fue justo  con nosotras.  Después de todo, quién sabe  qué es lo correcto.  Seguramente que el presidente de un país tampoco tenga tiempo para todos  los de las buenas y las malas.
Espero Emi  que te acuerdes de nosotras el día que puedas descender de la montaña y vuelvas de tu viaje. Tengo fe que seguís siendo un buen tipo y además memorioso.

Nunca fue lo mismo hablar con vos que con tu entorno.  No están a tu altura, quiero decirte que siempre fuiste todo un caballero.  Luz, otra vez tuvo razón. Los demás brillan gracias a él.  Yo creo que debiste y deberías tener tus propias impresiones en un mano a mano con las personas y no perder así la objetividad. Hay tantas malas interpretaciones, como malos canales de comunicación, como malas influencias. No somos enteramente buenos ni malos, por eso mismo, lo justo siempre es escuchar a todos o,  a ninguno. Claro, quizá esto no interese. Por eso siempre recuerdo lo de simpática.

Sofía,  lo cierto es que la vida no es un cuento de hadas. Hay que acostumbrase a todos en la viña del señor. Las circunstancias son a veces justas y otras injustas; estas últimas uno tiene que vivirlas con dignidad  y sobre todo con misericordia.

Para Sofi, que está descubriendo un mundo lleno de signos y símbolos nuevos.