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Los ojos del pasado por Corrado Gabriela se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Mi cumpleaño



El 19 de mayo de 2014 fue mi cumpleaños. Nunca me gusto festejarlos.  A pesar de eso, le agradezco a mi mamá por los recuerdos, pocos, relacionados con el evento que me quedaron de mi niñez. En esa época no existían los peloteros. Los amiguitos que nos reuníamos eran los del barrio y nos cuidaba mamá, la abuela, la tía. No había magos ni bailes. Había mucho ruido de nenes jugando por toda la casa, divirtiéndose con la pelota, la soga de saltar y los regalos. Mis amigos de la infancia se llamaban Alejandra, Sandra, María Eva, Nancy, Cristina, Graciela, Fabiana, Daniel y  Sergio. 
Recuerdo la mesa grande del comedor llena de golosinas, sándwiches y empanadas de jamón y queso,  salchichas, piñatas y globos por todas las paredes acompañando música de Gaby, Fofo y Miliky. Recuerdos los gorros de papel en la cabeza. Las bolsitas llenas de chupetines,  caramelos Sugus y chocolatines Jack.  Cuando llegaba la torta se apagaban las luces, se prendían las velitas y los nenes cantaban el “Feliz feliz en tu día amiguito que Dios te bendiga…” Todo era muy sencillo. Nunca me agradaron los festejos.  Por tal motivo  le pedí a mi mamá que por favor los dejara de hacer hasta que cumpliera los 15 años.  Llego ese día y fue poco deseado, pero la promesa fue cumplida y mi mamá se dio el gusto de hacerme la fiesta. Le pedí dos cosas; una, que el vestido no fuera blanco; la otra, que no hubiera discurso de ningún tipo en alusión al motivo de la reunión. Todo se cumplió a medias. El vestido era de color blanco y salmón.  Y las palabras emotivas intentaron pronunciarse pero fueron acalladas con un rotundo No, que surgió de mí.  La noche fue hermosa. Bailamos música de los 80 y me sacaron muchas fotos. Estaba mi familia, la que veía siempre  y la que no. Estaban mis compañeros de colegio secundario, también algunos de la primaria. Las chicas de la infancia, ya adolescentes. Los amigos del club 9 de julio, con quienes pasaba las tardes de verano en la pileta y los del club Lanús, también amigos de los veranos.
Después, cada tanto festejaba algún que otro cumpleaños. Con el tiempo algunos de los amigos de la infancia y de los 15 años partieron;  mientras que otros siguieron, con los que compartí todo el final de mi adolescencia y me adultez.  Ellas son, Vero, la Gaba y Fedra y los nuevos que fui conociendo en la facultad y en el trabajo.  
Me pregunto si el cumpleaños  es un día importante?  De grande puede significar el resumen, o el balance de todo un año.  El recuerdo de las mesas servidas y las sombras que quedaron y  un festejo mirando al futuro. De niño es la timidez, la vergüenza, el no querer dejar a mamá. El cumpleaños es un día que marca un fin y un comienzo de ciclo.
El día lunes en mis 46 años me encontré sentada en la misma mesa de siempre pero con mi marido, mi nena de 6 años y mi suegra. Era el rincón de lo más cercano. En la misma mesa que hace 3 años mi madre le estiraba la mano a mi hija para que soplara la velita. Esa mano quedo como una foto escondida en mi agenda de hojas vacías. Los amigos no estaban, quizá haga  un asado para ellos uno de estos fines de semana. Aunque pasado el tiempo las cosas pierden la gracia.  
 Esa noche cuando me acosté a dormir pensé el porqué de la importancia de esa fecha? El para quién, esa fecha? Seguramente que un psicólogo podría contestarme y esa respuesta dependerá de la historia de cada persona.  Gracias al festejo de esos pocos cumpleaños puedo trazar una línea de tiempo y ubicarme en ese espacio y re vivir momentos, diálogos, abrazos, gestos, cantos. Los festejos son nuestro testimonio de vida. Un álbum con hojas que se irán  consumiendo. Para mí los cumpleaños hay que dejarlos pasar, soplarlos lejos, embarcarlos a un destino desierto, olvidarlos en el almanaque, guardarlos en un sobre con una carta de emociones y cambiarlos por un festejo renovado. Hay tantas cosas para  agasajar a la vida. De grandes y de más grande,  esa fecha nos recuerda que nos vamos achicando,  la casa se vacía, la ropa se des actualiza, la colonia se vuelve agria, el maquillaje sin efecto, la tintura nos dura menos tiempo, las agujas del reloj se vuelven lentas, los anteojos parecen no servirnos, el volumen del televisor se baja solo, el agua no calienta ni enfría, el teléfono no suena, las calles se hacen interminables, los viajes en colectivo agotadores, los niños un helado refrescante; la mayoría de los sueños se convirtieron en fracasos, otros se cumplieron a medias y otros tuvieron un final feliz.  Hablamos de conquistas y de fracasos.  De ascensos y descensos. Por eso son aburridos y muchas veces comprometedores. 
Tengo planeado festejar un solo cumpleaños más en el resto de mi vida y que a ese festejo vengan todos vestidos de nenes con gorritos y chupetines, hagamos una gran ronda conmigo en el medio y  me canten el “Feliz feliz en tu día…”; ese cumpleaños será el número 90. Si puedo alcanzar esa edad bien y tener mi familia conmigo habré de sentirme realizada. Ese no será un año más, será quizá la figurita difícil y merece ser retratada; porque todos, quien más quien menos, nacimos con ayuda y protección. Pero en el final de los días pocos llegan acompañados, seguros, felices y sanos.  


miércoles, 14 de mayo de 2014

El principe y la mendiga



Fue por ahí, quizá el Recordarte de adolescente con tu  mirada azul punzante rosando el delirio. No importa ese tiempo hidalgo que ya paso; entonces cabalgábamos  sobre nuestros sueños hasta que un buen día vos despertaste en una colina y yo enfrente. En ese momento lucías el cabello largo  aún de color castaño y caminabas como un toro que alguna vez había sangrado por las dagas. Todavía tenías algo de lo que recordaba, pero el bolso  se había atorado con tus miedos.  Habías estado preso un tiempo, otro en Francia, en la Legión extranjera. Por mencionar pequeñas cosas que te hacían un gran delirante. Yo claro, prestaba atención a esas declaraciones y en el fondo solo recordaba al pequeño niño que había conocido, cuando no tenía capa, caballo ni escudo.  Ese día me había cruzado con un temido guerrero del tiempo, de molinos rotos y de hojas quebradas de recuerdos. Una vez más cada uno tomo calles distintas. Mientras me alejaba en el coche vos me mirabas seguir  mi rumbo y yo me preguntaba, cuál sería el tuyo? Tan seguro parecías estar de tus decisiones y en fondo tan tremendamente perturbado. Fue así que   el destino más de una vez me respondió esa pregunta y aquí voy a dejar escrita la respuesta, antes que el filo del camino se desprenda.
En el año 1999 fue que nos despedimos formalmente por última vez. Por entonces todavía caminabas como un divo, aunque ambos sabíamos que tu ropero estaba atascado de guantes bizarros.
 El tiempo se empeñó en volvernos a juntar después de 10 años de esa intencional última vez. Ahí,  se te veía más maduro no solo por  tu fecha de nacimiento, sino más bien porque tus ojos comenzaban a perder pinceladas de cielo por nubarrones.   Fueron unas tres veces más que nos encontramos de casualidad, quizá más de esas, pero en estas ocasiones particulares ambos nos hicimos los distraídos, mientras que otras nos saludamos entusiasmados. Una vez fue arriba del tren roca. Subí al mismo vagón del mismo tren alrededor de las 18hs y ahí estabas a mi  espalda. No es demasiada casualidad? Cuantas personas viajan en un tren justo en esa hora? Ese día me quede parada observándote lo único que  dejaste lucir.  El cabello desteñido siendo aún tan joven en tan poco tiempo te dejaba desnudo. Vos te dabas vuelta para mirarme de costado pero yo no iba devolverte el gesto. Entendía que te estabas escondiendo y seguramente tenías mucha razón en hacerlo.  Fue para mediados de 2009.
Tanto cambiaste, encontrar el paso del tiempo tallado artesanalmente en tu rostro, blanco rosado. Gotas de tiempo que también pasaron por mí, porque tenemos casi la misma edad, siendo yo aún un poco más grande.
Donde habrás dejado el caballo y la espada con las que conquistabas un terror imaginario? quién será tu doncella o tu caballero?  La torre de tu ego parece haber caído desde un lugar muy alto. El secreto de tus ojos, para los que alguna vez caímos por dentro, aún habla y conserva ese espíritu aventurero, prejuicioso, alocado, rebelde, mentiroso, seductor, amigo, enigmático, dañino, amenazante, tierno, desprotegido y es por ese diminuto haz de sinceridad por el que todavía miran tus ojos que pude reconocerte. No fue por tu porte, ni por tu pelo, ni por tu rostro, ni porque te escuche hablar o sonreír. Todo lo que encontré y rescaté,  cuando puse el cerrojo para conservarte, estaba atrincherado en tu furiosa  mirada, detrás de  tu alma pincelada de gris y claro, espiándome. No importa que tengas miedo, entiendo el por qué. Ni siquiera recuerdo con exactitud todas las batallas que habías ganado, ni las veces que te preste ayuda sabiendo que jamás ibas a devolverlas en gratitud.
No es venganza ni soberbia. No es gusto ni dolor. Es placer de encontrarme con un recuerdo, el mío y que en esa huella estuviera tu mano. Y reza la frase sobre tu espalda, quién te ha visto y quién te ve?
Yo puedo mirarte sin ocultarme, yo puedo sentir que el tiempo fue más lento y más liviano. Y fue más que una vereda,  fue un túnel, una grieta. Supongo que esa noche habrás tenido otra pesadilla. No creo que hayas soñado conmigo,  pero sí que te recostaste  abrazándote, queriéndote, fetal.  Y al cerrar los recuerdos volviste al mismo punto que yo, Turdera una tarde casi noche de verano, vos caminando hacia la estación donde quedaba tu casa y yo alejándome en un auto.  Y te veías aún joven buscando la chica perfecta, el auto ideal, perdiendo lo poco de buen tipo que te quedaba.  Qué habrá sido de tu vida desde ese noche hasta hoy? Quién tallo tantos cercos en tu rostro de nene, blanqueo cada cabello y achico tus ojos? Quién pudo con tanto?
Nunca voy a regresar sobre tus pasos, pero si te encuentro otra vez más; el destino esta ensañado con nosotros, la probabilidad es casi 0 y nunca me ha sucedido con ninguna otra persona del pasado. Si otra vez te cruzo, me voy a acercar demasiado y cuando estemos enfrente solo voy a mirarte y a sonreírte.  Siempre la vida me da revancha, yo solo espero.  Vos fuiste una de las personas que más se merece que le sonría; porque yo siempre supe que no era doncella y nunca quise parecerme y así supe vivir; también adiviné que vos no eras un caballero y nunca peleaste ninguna de las batallas que habías contado, ni existía esa mujer ideal, solo tu mamá. Vos eras un soñador despierto que confundías muy a menudo la realidad con la imaginación y que de verdad eras y seguramente sos eso que llaman un loco lindo que tuve el agrado de cruzarme muchas veces en tu camino y sobre todo en el momento que más brillabas! Quizá a los 19 años en un lugar de la zona sur que ya no recuerdo y que solía escaparme de vos para ir a bailar a la Casona. Esa que tenía un baño por el que entrabas por una puerta y te escapabas por otra. No lo hacía porque no quería escuchar tus historias, lo hacía porque me gustaba divertirme. Para mí la vida fue eso, un juego tonto, a veces mediocre y perverso. Un juego que me costó avanzar. A veces no entendí el reglamento, otras a los jugadores. Pero nunca abandone la niña que tan feliz me entrego de la mano a este nuevo mundo que nos va despidiendo. En ese juego, sí fui doncella, loca, justiciera, peluquera, maestra… pero nunca desnuda sobre la piel. Qué habrá pasado con el tuyo que teniendo 45 naipes, parece que te repartieron 60 cartas sin retorno.  


Para Sofi, que está descubriendo un mundo lleno de signos y símbolos nuevos.