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Los ojos del pasado por Corrado Gabriela se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Tesoro entrañable


Una mañana estaba parada sobre la avenida Alem y sentí un fuerte dolor que me obligo a inclinarme. Entonces empecé a soñar. Dios me bendijo.- Llamé al poeta y le conté lo que sentía brotaba desde algún diminuto punto de mi ser. Me contesto lo que yo deseaba con pálpito y escalofrío, un sentimiento lleno de sospechas, temores y alegría.
Quedaba transitar por los meses restantes cumpliendo ciclos. El Tres era un número mágico.


Solo una mujer puede sentir lo que yo estoy describiendo. Es muy difícil contar un sentimiento. La poesía puede trasmitir ese cosquilleo por las venas. Comprendí entonces, que el cuerpo había sido creado por un romántico y se engendraba a sí mismo. Todos los días, una palabra se iba agregando a las frases. Un signo de admiración ante alguna novedad; un signo de pregunta cada nueva sensación. No había puntos, solo comas. Un poema que tenía un principio sospechado y un determinado tiempo de finalización.


Cada mes iba con mi marido a la casa del poeta, para que me permitiera ver a través de un aparato aquel verso que se estaba componiendo. Una canción a medida de cada uno.


La primera vez solo se veía algo que latía rápido. Luego, con el paso del tiempo, el verso dibujaba un contorno definido. Sujeto a un hilo por el cual las notas se nutrían del entorno. De a poco, la forma se hizo más expresiva y expansiva. Necesitaba sentir que estabas dentro creciendo, eligiendo el mejor tono y la mejor palabra. Al final, llenaste todo el espacio del que podía disponer, fuimos por entonces una distinta y la misma. Apenas nos separaba una delgada tela suave de seda, fuerte como el acero. Tu mundo blanco y negro tenía resplandores de luz que llegaban desde afuera. Mi corazón fue tu música de dormir- Mi voz pronto se te hizo familiar. Suspendida, flotando en un mar pequeño y calido, yo te hamacaba mientras caminaba y vos experimentabas en tu lecho.


El paso de las semanas se transformaron en un esfuerzo por poder dormir. Luego, por comer y caminar. Pero a medida que la obra crecía y tomaba forma, las notas eran más eufóricas, desperadas. Yo quería que llegara el día del estreno, pero debía estar preparada. Además, faltaba elegir un titulo.


Mi Marido quería que el nombre trasmitiera el color de un perfume de mujer, a mi en cambio, me daba igual- Nos faltaba la confirmación exacta para poder elegir. Cuando llegó ese día mi marido sudando miró al poeta fijo a los ojos, me abrazó, miro hacia abajo, rezo en la desesperación, hasta que la voz se hizo palabra, la palabra frase y verbo: es dijo el poeta tu rosa.


Creo que no estaba preparada, porque no existe manual que enseñe sobre lo desconocido para una. Las experiencias son siempre bien venidas, ayudan a calmar la ansiedad y los miedos. Pero, en el fondo una sabe que la naturaleza le brindó todo lo necesario para poder concluir la obra de dios.


Durante la mañana me levanté, desayune, puse a lavar la ropa y me fui a duchar.
Cuando me estaba secando sentí que algo nuevo estaba pasando, una corriente de coros agudos y voces en alto y bajo se escucharon. Era la hora del estreno. La obra tenía el punto final, ahora debía presentarse en público.


El poeta se hizo esperar, intento durante 2hs sin éxito que la canción brotara y fluyera con naturalidad, pero al fin tuvo que intervenir. Mi marido miraba de afuera, tenía miedo, supongo. Cuando el canto se entonó en la sala entro rápidamente a escucharlo. Yo, debí esperar un poco más hasta que terminaron de hacer todos los preparativos. Fue cuando me acercaron hasta mas adentro de mi alma esa voz dulce y curiosa. Me miraba, pero no me veía, solo presenciaba de forma instintiva que yo estaba ahí para brindarle mi vida.


Toda esa obra poética, retórica se hizo carne y hueso. Su nombre Sofía. Un día lunes, feriado 15 de octubre de 2007 a las 15:20hs de la tarde.


A partir de ese momento todo cambio de aspecto, de color y de rumbo.


Mi mirada se volvió más sensible. Creí más en la vida a partir del momento que pude encarnar una- No existe sufrimiento más lindo que el tener un hijo. Es el sello del dolor lo que transforma toda la fuerza en amor.


Sofía a partir de ese instante pasaste a ser mi único motivo de querer ser.


Deseo escribir ese momento y todos los siguientes para no olvidar el perfume, la fragancia que invadió mi cuarto y mi ropa, cuando te tenía en brazos para dormirte y para amamantarte.



Gracias por permitirme parir el sentido de la vida. Todo lo que sigue son las experiencias que puedo compartir como madre novata, otro capitulo de mi historia, ahora con otra visión.

Para Sofi, que está descubriendo un mundo lleno de signos y símbolos nuevos.