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Los ojos del pasado por Corrado Gabriela se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

viernes, 11 de octubre de 2013

Los vecinos de mi infancia.


Hoy es el dia del niño y si algo recuerdo de mi infacia fueron mis amigos y los vecinos de esa epoca. Los vecinos de mi infancia.

Vivo en el barrio que nací y me criaron hace ya mas de 45 años con algún intervalo de tiempo en el que estuve en capital. En la época de mi infancia las puertas de calle de las casas estaban abiertas, y solo permanecían encerrados los perros malos. Los niños de cada cuadra entrabamos y salíamos todo el tiempo, sin pedir permiso y sin que nadie nos controlara. Aunque todos los papas sabían que éramos cuidados por todos los vecinos.

El otro día sentada en el escalón de mi casa de siempre, me puse a recordar cómo eran y quienes vivían cuando tenía entre 6 y 10 años. Los recuerdo a casi todos y eran mucho mas divertidos que los vecinos actuales. Teníamos justo enfrente a Doña Lina y Don Pepe; todo era Doña o Don. La casa es la misma, con cierta particularidad del dueño actual que se empecina en cambiar detalles menores. Pero la tana, sí que cocinaba bien polenta!!!. Tan bien, que esa pareja de viejitos se fue para arriba gracias a los Guisos de Lina.

La casa de al lado de Lina hacia la izquierda y al fondo siempre los mismos buenos vecinos, hinchas de River. Cuando iban ganando la radio se escuchaba a todo volumen desde mi casa de enfrente y cuando perdían desaparecían… Luego le sigue el Chalet y La Sra con peinado de alce, que le hablaba al perro, su “Tom” y sacaba al hijo mayor con un plumero a limpiar las ventanas… Sin olvidar a la preciosa niña que lloraba todo el tiempo. Al lado vivía una abuelita Doña V, como salida de un cuento. Esas señoras de pelo blanco con su mantita, sentada junto la ventana mirando pasar la vida por ahí. Después viene la casa de la Condesa, una alegre muchacha que acostumbraba limpiar la vereda 3 a 4 veces al día con tacos, ruleros y maquillajes. En la esquina de Rio de Janeiro nunca vi nadie, aunque siempre están haciendo arreglos ….

Para el lado derecho de Doña Lina, estaba la casa de Doña E; de chica recuerdo su loro repitiendo las tablas de multiplicar que la pequeña niña del lugar no podía memorizar. Luego siempre hacia la esquina derecha, venia la casa de Don P y Doña ventanita míralo todo. A toda hora por todos los agujeros libres y respiraderos ella tenía el último momento de cada uno de nosotros. Era realmente un Intruso con el pelo batido y sus dientes postizos.

Mas a la derecha vivía Doña B otra viejita a quien iba visitar y jugaba en su Jardín. Su casa sigue igual, de las pocas que no fueron modificadas. En todas las casas vivían ancianos que siempre tenían algo rico para convidarme.

Sobre la cuadra de mi casa también se tejían historias de esquina a esquina. Y eran de las mas divertidas de Sayos a esa altura. En la esquina de Noya cuando era Beguerestein, vivía un viejito con su también anciana novia. Era el abuelo de una de mis mejores amigas de la infancia.

Qué no le habrán dicho a esa mujer! Si era de lo más fino que vi en ese barrio. Ella, impecable de Recoleta y nosotros, de Lanús. Le sigue la casa de Mr Mentira y a continuación la de mi tía Negra. La negrita hermosa que a sus 89 años viajaba con la SUBE.

A continuación vivía la vecina mas guapa del barrio, la gallega. A la tardecita dicen las malas lenguas, yo nunca la vi, enfilaba para algún sitio toda arreglada y perfumada. Se mudaron y nadie supo mas sobre sus andanzas. Luego viene la casa de los polacos y a continuación la casa lindera a la mía, otra que mantiene su fachada desde que yo tengo recuerdos. Del otro lado esta la casa de los chan y ahí sí, vivía el gigante de la chefa, así la llamaban. Sentada en la puerta con la chata del viejo en la mano. El Sr y la acalorada chefa nos tenía a todos los nenes aterrorizados junto con su perro fierro. Pobrecito, era muy malo hasta el día que olvide la puerta de mi casa abierta y .. sin querer mi perro lo ensartó de atrás. Ya en la esquina vivía una amiga mía con sus padres. Otra gallega de 100 puntos.

El barrio estaba lleno de personajes divertidos, como Carmelina y el Cholo, y nosotros los pequeños de esa época solíamos hacerles maldades. Lo que no se ve en estos momentos son chicos a toda hora jugando en la calle, con frío o calor. Las nenas saltando con la soga, los nenes con la pelota. Andando en bici o patín. Cantando canciones para que llueva o deje de llover. Trepados a los árboles. Con los pantalones rotos. Los papás llamándonos por las ventanas para comer o bañarnos.

Yo creo que todos me recuerdan cuando era niña, porque era terrible. En cambio, ahora todos viven encerrados sin conocerse, ni saludarse. Nadie percibe al otro, como si no importara. Realmente los vecinos de mi cuadra fueron parte de mi alegre infancia. Mi hija con suerte en un futuro recordará el árbol de la puerta de casa. Porque ahora a diferencia de antes, afuera no pasa nada bueno!

Para Sofi, que está descubriendo un mundo lleno de signos y símbolos nuevos.